… equipo, ¿dónde está nuestro “ángel”?
¡Qué suerte han tenido! ¡Cómo están trabajando! ¡Qué partido han hecho! ¡Cómo pueden haber cambiado tanto!, y sobre todo, ¡si no son mejores que nosotros!
Sí, con frecuencia manifestamos nuestra sorpresa en frases como las anteriores, cuando nos referimos a cómo un grupo ….. no, un equipo, está desempeñando alguna labor o función.
¿Pero por qué unos pueden juntos y otros no pueden, también juntos?, sin duda hay algún misterio, algún secreto que desconocemos y que nos abre la puerta al fracaso o a la ineficiencia, mientras otros, van directamente a lo más alto de la cadena hacia el éxito.
¿Qué puede hacer que nosotros mismos, con nuestro equipo, disfrutemos de actividades y de momentos en los que notamos que además del número de componentes que conformamos el susodicho equipo, existe un componente más que se sienta con nosotros en las reuniones, que entra en el sistema de juego diseñado por el entrenador de forma habitual, que se queda hasta tarde trabando y luego es el primero en estar al pié del cañón, que es compañero indiscutible en las jornadas extralaborales, y, que con su ayuda llegamos a cotas inalcanzables para cada uno de forma individual?, ¿y sobre todo, quién es el hasta ahora “extranjero” que se nos une de vez en cuando?
Ese “extranjero” (hasta ahora) es nuestro “ángel”, ese que llega, se instaura en el equipo y tira de todos nosotros como un bloque de cemento hacia nuestro objetivo, un bloque en forma de rodillo abrumador, desafiante y con una dureza e impenetrabilidad extraordinaria. Este “ángel”, sin duda es el fruto del trabajo bien hecho de todos de forma individual pero con una orientación COLECTIVA, bajo el paragauas de un conjunto de roles perfectamente diseñados para la obtención de resultados grupales.
Es difícil determinar cómo tenerlo entre nosotros, pero suelen ser comunes sus apariciones en aquellos equipos donde los individuos toman conciencia de que ninguna habilidad o capacidad individual por extraordinaria que sea, podrá superar en rendimiento la menor de las respuestas dadas por un equipo con “ángel”, por un equipo en definitiva de alto rendimiento.
Seamos conscientes de que las cosas no suceden porque sí, tienen un origen y una causa, y éste origen y causa son nuestros propios actos, bien individualmente o bien colectivamente.
Un grupo ha de ser un todo, un ente, un “rodillo” con “ángel”, y para eso los componentes deben de dar un primer paso, quizás el más importante, que es el de la HUMILDAD, el de reconocer que por muy efectivo que uno sea, siempre será mayor el retorno si sus recursos los pone a disposición del equipo, si se une a la máquina determinista que supone un grupo de personas alineadas, motivadas y SEGURAS.
Esa humildad es la que realmente nos distingue a las personas, pues tener realmente éxito individualmente ¿es difícil?, creo que no, aunque eso sí, hay muchas clases de éxito. La palabra éxito será diferente para cada uno de nosotros. Pero lo que no es diferente y es común para todos, es la capacidad de conseguir todo aquello que nos propongamos cuando formamos parte de un equipo.
Un segundo factor, doble, que se necesita para atraer a nuestro “ángel”, es la GENEROSIDAD y la RESPONSABILIDAD, entendiendo la primera como el ofrecimiento desinteresado de nuestras habilidades al bien grupal, sin pedir recompensa a cambio (pues ésta llegará al equipo, y posteriormente a nosotros como parte integrante del mismo), y la segunda entendida, como la capacidad para hacer nuestras las debilidades del resto de los compañeros, de forma que podamos integrarlas en nosotros para con el mapa mental que nos distingue a cada uno, tener enfoques y puntos de vista suficientes y diferentes como para re-encuadrar dichas “deficiencias”, y convertirlas en aspectos potenciadores. De ésta manera conseguiremos formar parte de un ente con las habilidades reunidas de todos los que formamos parte de él, y además le sumaremos aquellas nuevas que surgirán tras cambiar las debilidades individuales.
Podría haber más factores, pero me gustaría terminar con el que para mí pone la “guinda al pastel”, con el que es el combustible del “rodillo” que es nuestro equipo, …, la ACCIÓN. En un equipo la palabra ACCIÓN significará y estará detrás de expresiones como ¡vamos a demostrar que podemos!, ¡quién va a estar más cualificado y capacitado para hacer éste trabajo que nuestro equipo!, ¡de qué vamos a tener miedo todos nosotros!, ¡el equipo logrará el éxito!, …, y porque todos estamos expuestos a nivel individual a caer temporalmente en momentos de desidia, de dejadez, de falta de motivación (no hay que flagelarse por ello, hay que manejar nuestra propia autoexigencia para ello), pero, ante esto, el mejor remedio es contagiarte de semejantes en estado de acción, de ver y copiar el ímpetu de compañeros, del deseo desbordante de aquellos que en ese momento están “focalizados” al resultado,…., y cuando a éstos les llegue su momento de “bajón”, entonces, ahí estaremos nosotros, para hacer de patrón de conducta activista, de forma que todos rememos al unísono, de forma que si vemos a algún compañero un poco rezagado le extendamos nuestros brazos para ayudarle a coger el ritmo, en definitiva, de forma que la inercia del “rodillo” sea la que guíe el trabajo de cada uno.
Como diría el tópico, … “pon un ángel en tu equipo”…, tus compañeros, tu autoestima y tu confianza te lo agradecerán.
Pedro Marcos
Coach
www.efic.es
pedromarcos@efic.es
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